“¡inconcebible!”: Mamá Se Sorprende Al Hallar Bebé Escondido En La Habitación De Hija De 13 Años – Historia Del Día

Prudence trabajaba duro para pagar la matrícula de su hija en otro estado cuando recibe una impactante llamada del colegio: la chica lleva una semana faltando a clase. Sospecha que algo va mal, y cuando vuelve a casa, un bebé en la habitación de la adolescente confirma sus peores temores. Katie tiró su mochila en el sofá del salón y se dirigió a la cocina pasando por delante de su madre. Abrió uno de los armarios de madera, sacó sus galletas bajas en grasas y carbohidratos y se sentó en la encimera, refunfuñando.

“En serio, odio mi vida”, murmuró mientras comía una galleta. ¿Qué te pasa, cariño?”, preguntó Prudence, uniéndose a su hija en la encimera con un vaso de zumo. “Toma. ¿Ha pasado algo en el colegio?”. “¡Basta, mamá!”, espetó Katie. “¡No hace falta que actúes como si te importara!”. “¿Cómo dices?”. “No me gusta lo que estás haciendo ahora, ¿vale?”, gruñó. “Así que… ¡Para!”.”Bueno, jovencita, no olvides que estás hablando con tu madre. Y tengo derecho a preguntarle a mi hija si algo le molesta”.

Katie permaneció un rato en silencio, sin pronunciar una sola palabra. Entonces se dio cuenta de que necesitaba hablar con alguien, así que lo soltó todo delante de su madre. “¡Lo odio todo, mamá!”, dijo, ablandándose un poco. “Odio que seamos tan… pobres”. “¿Qué? ¡Nunca te ha faltado nada! Hacemos todo lo que  podemos por ti, cariño. ¿Cómo puedes decir eso?”. Katie suspiró. “¡Mis compañeros de clase son literalmente las personas más ricas que he conocido, mamá! Sus padres les han regalado apartamentos y pueden pasar sus cumpleaños en yates, ¿y por qué a mí nunca me invitan a esos maravillosos lugares y ocasiones? Porque somos pobres, mamá. Nunca podremos igualar su estatus”.

Prudence se dio cuenta de por dónde iba el tema cuando Katie siguió explicando el lujoso estilo de vida de sus compañeras ricas. Conocía demasiado bien a su hija, y sabía que tenía la idea de que el mundo giraba en torno a ella y que se merecía lo mejor. Ser hija única a veces produce eso, así que no era del todo culpa de Katie. No era capaz de reconocer los sacrificios de sus padres por darle lo mejor. Siempre estuvo insatisfecha y creció siendo desagradecida por lo que tenía.
Prudence, de 51 años, se había sometido a muchos tratamientos de fertilidad y tuvo una cesárea para traer a Katie a este mundo. Después de eso, no tenía dinero para criar a su hija, así que ella, su esposo, Frank, y la pequeña Katie vivían en casa de los abuelos. Pasaron años antes de que pudieran mudarse.

Mientras Prudence la escuchaba, le preocupaba cómo daría la noticia a su hija de 13 años sobre su actual situación económica. Frank trabajaba turnos extra y ella le había pedido a su jefe que la enviara a otro estado, a una fábrica más grande, para ganar más dinero y que Katie no tuviera que faltar a la escuela o a la universidad.Los padres de Katie no le habían dicho que sus ahorros estaban casi agotados y que pasaban apuros para pagar sus cuentas, que incluían la hipoteca de la casa,

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