El gerente del hotel parecía decidido a arruinar mi luna de miel, pero al escabullirme en su habitación lo descubrí todo — Historia del día

Seis meses después de nuestra boda, sentí que nos distanciábamos. Un viaje sorpresa era mi última esperanza. Pero cuando una fría gerente de hotel lo arruinó todo, la seguí y descubrí un secreto que cambió mi forma de verla a ella y a mi matrimonio.

Habían pasado seis meses desde nuestra boda. Seis meses desde que estaba vestida de encaje blanco en aquella colina iluminada por el sol, tomada de la mano de Mike y creyendo cada palabra que me decía.

Me miraba como si yo fuera lo único que importaba. Aquel día el mundo había sido suave en sus bordes, como un sueño del que no quería despertar.

Ahora estaba sentada sola en la mesa de la cocina. La luz exterior se había vuelto gris y la pantalla del portátil brillaba como una pequeña luna en la penumbra de la habitación.

Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

Volvía a ver las fotos de nuestra boda.

Allí estaba yo, radiante, con las mejillas sonrosadas de alegría y la cabeza apoyada en el hombro de Mike.

 

Él me rodeaba con el brazo y parecíamos dos personas que lo tenían todo resuelto.

Pero algo había cambiado. No con estrépito, no de golpe. Fue más silencioso, como el lento goteo del agua desgastando la piedra.

Mike siempre estaba ocupado. Siempre agotado. Si no estaba respondiendo a los correos electrónicos del trabajo, estaba enviando mensajes a sus compañeros o consultando las estadísticas del fútbol de fantasía.

Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

Incluso cuando estaba en casa, no estaba aquí. Casi podía ver cómo se ensanchaba el espacio que nos separaba, como si estuviéramos en orillas opuestas de un río y no supiéramos cómo cruzarlo.

Abrí una pestaña nueva y tecleé “lugares de playa para lunas de miel”. Mis dedos flotaron un instante antes de pulsar “Buscar”.

 

Imágenes brillantes llenaron la pantalla: agua azul, arena blanca, cenas a la luz de las velas. Se me oprimió el pecho. Necesitaba algo. Algo que nos recordara lo que solíamos ser.

La puerta crujió tras de mí. No me volví. Me limité a decirlo.

Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

“He reservado un hotel”, dije. “Nos vamos el viernes”.

Mike se detuvo. “¿Qué has hecho qué?”

Me puse de pie y me enfrenté a él. “Lo reservé. No te lo estoy pidiendo. Te lo estoy diciendo”.

Se frotó la frente. “Sam, vamos. ¿Esta semana? Tengo dos proyectos en marcha y…”.

“¿Ahora no?”, dije, con la voz aguda. “¿Cuándo entonces? ¿Cuando deje de importarnos? ¿Cuando sólo seamos dos extraños en la misma casa?”.

Me miró, en silencio.

Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

Luego suspiró. “Tienes razón. Lo cancelaré todo. Vámonos”.

Di un paso hacia él y le rodeé la cintura con los brazos. Y en ese pequeño instante, me sentí como la novia que solía ser.

El hotel parecía sacado de una película.

Las palmeras se mecían de un lado a otro con la brisa cálida, y las cortinas blancas de las ventanas abiertas ondeaban como bailarinas lentas.

En algún lugar, más allá de las paredes, podía oír el canto del océano, un zumbido bajo y constante que envolvía el edificio como una manta suave.

Sólo con fines ilustrativos. | Fuente: Midjourney

“Te lo dije”, dije, sonriendo a Mike, sintiendo una chispa de orgullo. “Sé cómo planificar las cosas”.

Me sonrió, levantando las comisuras de los labios como hacía tiempo que no veía.

Pasó nuestras maletas por la puerta principal y, por un segundo, sentí como si el peso que llevábamos arrastrando desde hacía meses fuera más ligero.

Me acerqué a la recepción, casi con el corazón a mil por hora. Hacía tanto tiempo que no me emocionaba por nada.

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