Mi Suegra Salía De Casa Todos Los Jueves Y Volvía Oliendo Fatal – Palidecí Cuando Descubrí Por Qué

Dicen que nunca conoces realmente a alguien hasta que has vivido con él. Yo creía conocer a mi suegra, pero todo cambió cuando decidí seguirla. Lo que descubrí no era sólo un secreto; era una bomba de relojería que amenazaba la paz de nuestro hogar. Solía pensar que mi vida era predecible, con su reconfortante rutina. Trabajaba como diseñadora gráfica autónoma, lo que me daba flexibilidad para estar en casa la mayoría de los días sin dejar de tener unos ingresos decentes.

Xander, mi marido, trabajaba muchas horas en su bufete de abogados, así que a menudo tenía la casa para mí sola. Todo era tranquilo hasta que mi suegra, Cordelia, se mudó hace tres meses. Cuando falleció su marido, nos llamó una noche con voz temblorosa. “Olive, querida… No sé cómo hacer esto sola”, sollozando por el teléfono. “La casa está tan vacía, tan sola… Sólo necesito estar cerca de mi familia”.Miré a Xander y asintió, con cara de preocupación. Acordamos que Cordelia se mudara; nos pareció lo correcto para una mujer afligida que acababa de perder a su pareja de 40 años. Pero desde el principio sentí que algo no encajaba.

Cordelia siempre había sido un poco rara, pero ahora su comportamiento era impredecible. Todos los jueves salía temprano por la mañana y regresaba tarde por la noche, con la ropa cargada de un terrible hedor: algo podrido y húmedo, como a podredumbre. Permanecía en el aire y me hacía preguntarme qué estaba haciendo realmente.”Mamá, ¿dónde has estado hoy?”, le preguntó Xander un jueves por la tarde, mientras ella entraba arrastrando los pies en la cocina, evitando con nuestra mirada. Yo estaba junto a las hornillas, fingiendo remover una olla de sopa, intentando no arrugar la nariz por el olor.

“Sólo salí con unos viejos amigos” -dijo, agitando la mano con desdén, con una sonrisa tensa y poco convincente.”¿Todos los jueves?”, pregunté, manteniendo un tono informal. “Debe de ser un buen círculo social”. Me miró, sus ojos se detuvieron demasiado tiempo, y luego se encogió de hombros. “Nos gusta reunirnos regularmente. Es bueno para el alma, ya sabes, ponerse al día con viejos amigos”.Pero aquel olor… era como si hubiera estado arrastrándose por una cloaca. El olor persistía mucho después de que ella hubiera pasado, una mezcla acre de basura y algo húmedo y podrido. Sentía que me corroía la curiosidad, de la misma forma que no puedes evitar hurgar en una muela dolorida..

Un miércoles por la noche, no pude soportarlo más. “Xander” -susurré, dándole un codazo para que se despertara. “¿De verdad te crees esa historia?” Parpadeó somnoliento. “¿Qué historia?” “La historia de tu madre de ‘salir con viejos amigos'”, contesté. “¿Todos los jueves? Y ese olor… no es normal”. Suspiró. “Quizá sólo esté afligida a su manera, Olive. La gente lo afronta de forma diferente”.El jueves siguiente llamé para decir que estaba enferma y decidí seguirla. Esperé junto a la ventana, espiando a través de las persianas como una especie de detective aficionada

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *