Trágicamente, mi abuelo falleció cuando yo sólo tenía quince años. Antes de su partida, hizo una promesa que encendió en mí un rayo de esperanza. Me aseguró que me dejaría toda su herencia, un gesto destinado a financiar mi educación universitaria y allanar el camino para que mis aspiraciones alzaran el vuelo. Este dinero se guardó en la cuenta de mis padres hasta que cumplí los 18 años. Sin embargo, con el paso de los años, mi ilusión se convirtió en desesperación.
A pesar de mis repetidas preguntas sobre el testamento de mi abuelo, mis padres se mostraron evasivos, desechando mis preocupaciones con vagas promesas y distracciones.Su reticencia a hablar del asunto no hizo sino alimentar mi frustración y mi ansiedad. Cada día que pasaba, el sueño de ir a la universidad y dedicarme a mi pasión por la aviación me parecía más lejano y se me escapaba de las manos como granos de arena.
Cuando por fin cumplí 19 años, llena de ilusión y emoción por el siguiente capítulo de mi vida, me encontré con una revelación devastadora que rompió mis sueños en mil pedazos. Con gran expectación, entré en mi cuenta, esperando encontrar la seguridad financiera que allanaría el camino para mi educación universitaria. Pero, para mi horror, descubrí que mi otrora generosa cuenta carecía de un solo céntimo. La conmoción y la incredulidad me invadieron cuando me enfrenté a mis padres, exigiéndoles respuestas por su insondable traición. Su explicación fue un trago amargo: una historia de codicia, favoritismo y egoísmo que me dejó atónita.
Resultó que habían vaciado mi fondo universitario para rescatar a mi hermano, que había despilfarrado imprudentemente sus propios recursos financieros en un coche de lujo y en gastos de manutención extravagantes, y se estaba ahogando en préstamos. Al descubrir la verdad, sentí que me invadía un torrente de emociones: rabia, resentimiento y un profundo sentimiento de traición.Traición, deudas y una familia destrozada. Cuando desaparece la herencia de un fondo universitario, se desencadena una cadena de acontecimientos que te dejará al borde del asiento. Descubre los impactantes giros de esta cautivadora historia mientras se desvelan secretos y el karma llama a tu puerta.
Vivía en un hogar en el que siempre parecía que mis padres favorecían a mi hermano mayor más que a mí. A pesar de sus esfuerzos por ocultarlo, notaba la diferencia en su trato. Mientras mi hermano gozaba de su aprobación, yo me sentía a menudo como una ocurrencia tardía, un espacio vacío que anhelaba reconocimiento. Sin embargo, en medio de este desequilibrio familiar, mi abuelo se erigió como un faro de amor y apoyo inquebrantables. A diferencia de mis padres, él vio mi potencial y alimentó mis sueños, especialmente mi ambición de convertirme en piloto.