Volvía Caminando A Casa Del Trabajo Y Vi A Un Hombre Humillando A Su Mujer En Público – No Pude Soportarlo Y Le Di Una Lección

Mientras volvía a casa, con la mente aturdida por el estrés del trabajo, un grito ponzoñoso atravesó el zumbido de la ciudad. En un parque, un hombre reprendía con crueldad a su esposa, que lloraba, mientras los transeúntes no hacían nada. Movido por la ira, supe que tenía que poner fin al maltrato. Alguna vez has tenido uno de esos días en los que todo parece amontonarse? Sí, ése era yo, volviendo a casa del trabajo un martes por la tarde. Los plazos de la nueva campaña de marketing se cernían sobre mi cabeza, mi jefe me apremiaba con el informe trimestral… la vida era un suplicio, y yo lo sentía en carne propia.

Me moría de ganas de llegar a casa con mi mujer y mis hijos, deshacerme del estrés del día y sumergirme en la comodidad de la familia. Ya podía imaginarme el olor de la comida de mi mujer y los gritos y chillidos de mis tres hijos mientras se perseguían por el patio. El mayor ya era un poco mayor para esos juegos, pero consentía a sus hermanos pequeños.Suspiré mientras miraba el horizonte de la ciudad. El sol se estaba poniendo, proyectando sombras largas y dramáticas sobre las bulliciosas calles. Algo hermoso, si te parabas a pensarlo. Pero, ¿quién tiene tiempo para eso cuando tiene un millón de cosas en la cabeza?

Estaba a medio camino de casa, pensando en la montaña de trabajo que me esperaba después de cenar. Sentí una punzada de culpabilidad al imaginarme el ceño fruncido de decepción de mi esposa. Odiaba que me llevara trabajo a casa, pero ¿qué otra cosa podía hacer? No había tiempo suficiente durante el día y mi jefe era un dragón. Si no seguía al día con mi carga de trabajo… Una voz fuerte y enfadada que se abrió paso entre el ruido habitual de la ciudad me distrajo de mis deprimentes pensamientos.Seguí el sonido, con curiosidad y un poco de miedo, hasta que encontré la fuente en un pequeño parque. Allí, bajo un viejo roble, había una escena sacada directamente de una pesadilla.

Un hombre estaba de pie junto a un banco, reprendiendo absolutamente a una mujer. Ella estaba de pie ante él, con el rostro oculto por el pelo mientras agachaba la cabeza. Incluso desde la distancia, pude ver que estaba temblando. Me llené de indignación mientras cruzaba la calle en dirección al parque. Justo cuando me acercaba, la voz del hombre volvió a atravesar el ruido de la ciudad.Su voz era áspera, llena de ira, y sus gestos eran salvajes y agresivos.

“¡Eres una inútil! ¿No puedes hacer nada bien?”, gritó, con la cara a escasos centímetros de la suya. “¡Todo lo que va mal en mi vida es por tu culpa! Nunca debí casarme contigo. Eres patética”. La mujer se estremeció ante su tono áspero, avivando aún más mi propia ira. ¿Cómo podía alguien tratar así a su pareja? No tenía sentido para mí, pero al ver cómo se acercaba a ella, supe que no podía permitir que continuara aquel espectáculo.Levantó el brazo y tiró el bolso al suelo. El contenido se desparramó, pero ella se quedó allí de pie, con la cabeza gacha, lágrimas en la cara y el cuerpo

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